A 10 años de Malvinas: Menéndez y ex combatientes, 1992

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Graciela & Andrés

El décimo aniversario de la guerra de Malvinas encontraba en libertad a la junta militar que la había conducido. El presidente Carlos Menem había indultado a Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo en 1989.

No resultaba extraño en ese contexto, que las heridas sociales que dejara la guerra de Malvinas se tratasen en un magazine pasatista como “Graciela & Andrés”. Tampoco lo era que en un programa como ese dialogasen, con naturalizada normalidad, Mario Benjamín Menéndez, ex jefe de la guarnición militar Malvinas, con ex combatientes como Edgardo Estaban y Jorge Altieri, quienes a su vez encarnan visiones distintas sobre el conflicto bélico.

Sin embargo, el tono habitual del programa choca enseguida contra la densidad de la temática que lo domina, y con cierta solemnidad que los conductores buscan imprimirle por momentos. Así, la alegre cortina musical del bailantero Ricky Maravilla, da paso a rostros severos y palabras graves, sin solución de continuidad. Pese a todo, logra ser un ámbito en el cual se produce el inicio de un debate público sobre la guerra de Malvinas y sus implicancias, debido a que el tono del programa otorga una rara libertad a los invitados para que se expresen, que a su vez acentúa las vacilaciones de los conductores, quienes reaccionan a veces con generalidades conciliadoras o con preguntas inesperadamente punzantes.

El programa parece replicar una situación más general donde el Estado no termina de saber cómo encarar el décimo aniversario de la guerra de Malvinas. Los diarios de la época dan cuenta de conmemoraciones desdobladas. Por un lado, el presidente Carlos Menem encabeza dos actos: uno en Luján que incluye una homilía por los caídos; y otro en Pilar, donde inaugura una réplica del cementerio argentino en Darwin. Por otro lado, el ministro de Defensa Erman González encabeza la ceremonia de mayor intensidad emotiva: el acto por el Día del Veterano (instituido por Menem) en Río Gallegos. Según el matutino Clarín, Menem iba a estar en la capital santacruceña, pero desistió por temor a protestas debido a la reanudación de las relaciones con Gran Bretaña “en una zona donde el sentimiento malvinense se vive con particular intensidad”. Agrega que también se temía una protesta militar. La crónica del día 3 vuelve a evidenciar la falta de homogeneidad en el discurso oficial. El diario La Nación refleja la opinión expresada por el presidente sobre la operación de 1982: “fue una decisión pésima desde el punto de vista estratégico”. Pero en la homilía celebrada en Luján, el obispo de Mercedes, monseñor Emilio Ognenovich encomia la actuación del Ejército “por la acción en el archipiélago y por la actitud responsable y consciente, en momentos nada fáciles para ellos de resguardar el orden constituido en un respeto escrupuloso por la Constitución Nacional”, en una insólita defensa de la dictadura iniciada en 1976.

En la edición que nos ocupa de “Graciela & Andrés”, Mario Benjamín Menéndez es el primero en ser entrevistado en soledad. Tras diez años de silencio, el ex general había comenzado a hacer una serie de apariciones públicas. Un largo reportaje había salido por esos días en la revista Gente, en el que se lo podía ver posando en el coqueto living de su departamento del barrio de Belgrano, sentado junto a una foto de Jorge Videla y su señora, enmarcada en un delicado portarretrato. Todo cuanto expresa Menéndez apunta a minimizar su poder decisorio respecto de las acciones bélicas y a desligarse de cualquier responsabilidad política, así como a defender su decisión de rendirse. Dice a Percivale que las decisiones estratégicas correspondían a Leopoldo Galtieri y Cancillería, y que nadie esperaba que la ocupación terminara en una guerra (parte I, 05:25).

La siguiente entrevista en soledad es para el ex combatiente Jorge Altieri, quien explica que integra un grupo de veteranos que lucha para que el partido de Lanús los exima de impuestos. Cuenta que pese a todo pudo formar una familia.

A su turno, Edgardo Esteban, define a la guerra como “un absurdo”. Con visible enojo y dolor, dice que los militares “usaron políticamente” a los soldados; se queja de las mentiras de la oficialidad hacia ellos; y critica abiertamente a la sociedad argentina que marginó a los que regresaron (parte I, 26:30). La revista Noticias en su edición especial de esa semana, lo entrevista en una nota que titula “Recordar con ira”. En ella, el ex combatiente de 29 años cuenta que su vocación periodística nació al descubrir las tergiversaciones que había hecho la prensa respecto de la guerra. “Muchos de los que mintieron hoy están en los medios y siguen mintiendo”, se indigna el por entonces periodista de Radio del Plata.

Los contrastes se siguen sucediendo en el programa. Número musicales folklóricos, menciones al atuendo de la conductora, se alternan con más detalles sobre lo “improvisado” de la guerra, junto con un elogio del combate cuerpo a cuerpo desarrollado en la cruenta batalla de Monte Longdon, en la que Altieri sufrió una hemiplejia a causa de un obús inglés.

Repentinamente, se establece una comunicación telefónica en vivo con la viuda de Pedro Edgardo Giachino, el primer argentino muerto en Malvinas (parte II, 25:35). Casi dos décadas restaban aún para que saliera a la luz pública su rol de represor y torturador durante la dictadura. El capitán de fragata caído el 2 de abril de 1982 era un héroe indiscutido, recordado en actos oficiales y escolares. Los conductores del programa parecen esperar de su viuda una exaltación patriótica y una evocación emotiva. Sin embargo, no hay en su voz telefónica orgullo alguno, sino tristeza porque su marido no pudo “ver crecer a sus hijas” por una guerra que juzga “equivocada” y para la cual “no estábamos preparados”. Percivale y Alfano comprenden que en la mujer no hay ánimo para más preguntas, y la despiden.

Menéndez va a continuar admitiendo “fallas” de los trabajos de inteligencia sobre el poderío militar inglés. Esteban lo interpelará directamente, con una valentía asombrosa, sobre las mentiras triunfalistas que la oficialidad bajaba hacia la tropa y contará, además, anécdotas de maltratos y crueldades sufridas en carne propia a manos de sus superiores (parte II, 30:05 y parte III, 5:40). Y cuando mencione el miedo que durante años le impidió hablar abiertamente de estos temas, será su compañero Altieri quien relativice sus dichos, molesto con los ex combatientes que hoy hablan de estas cosas. Estas diferentes posiciones volverán a enfrentarse, aunque Esteban evite polemizar con él.

No sorprenderá entonces, que ante la pregunta final respecto de si “valió la pena la guerra”, cada uno de los invitados exprese una opinión diferente.

Cuando se emitió este programa, el debate apenas comenzaba, en un contexto político poco propicio, que buscaba dar por cerradas muchas heridas.

Esta emisión de “Graciela & Andrés”, quizás sin proponérselo, venía a demostrar que las heridas continuaban aún demasiado abiertas.

 

Felipe Foppiano, 2016