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[Cadena nacional: Alfonsín en el Tedeum por el Día de la Independencia]

En el comienzo del registro, el presidente Raúl Alfonsín, acompañado de altas autoridades de Estado, funcionarios y legisladores, se dirige, en un frío y lluvioso día de invierno, desde la Casa Rosada hacia la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, para asistir al Tedeum por el Día de la Independencia. Si bien no hay planos que enfoquen directamente la Plaza de Mayo, un grupo de manifestantes se hace escuchar y exige al presidente: "castigo a los culpables y justicia". Un punto importante de la campaña electoral de la Unión Cívica Radical había sido la denuncia del Pacto militar-sindical que promovía la ratificación de la autoamnistía realizada por las Fuerzas Armadas. Por estos meses, aún no había sido presentado el informe sobre los crímenes de lesa humanidad por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), y continuaba un primer juicio a las Juntas llevado a cabo por un tribunal militar. Luego, el presidente ingresa a la nave principal de la Catedral y se dirige al mausoleo del General José de San Martín, donde realiza el saludo protocolar. Seguidamente, Alfonsín, el vicepresidente Víctor Martínez y sus respectivas esposas se ubican en los asientos emplazados al frente de la primera fila de los presentes. Ya en la misa, el cardenal Juan Carlos Aramburu, quien preside la celebración, implora paz y unidad sobre todo el pueblo argentino como saludo inicial; un miembro del clero lleva a cabo la lectura del Deuteronomio del Antiguo testamento de la Biblia; y el presbítero Alberto Gravier, cura párroco de la Iglesia de San Ignacio de la arquidiócesis de Buenos Aires, pronuncia la homilía. En sus palabras, Gravier subraya que solo con la ley de Dios los individuos y los pueblos pueden llegar a ser verdaderamente independientes y libres; en este sentido destaca que, si se hubiese establecido como ley fundamental únicamente la voluntad del pueblo, aquel 9 de julio de 1816 habría ocurrido entonces "el simple cambio de la tiranía de un monarca por la tiranía del pueblo entero". Tras la homilía, el Coro Polifónico Nacional de Ciegos entona el himno latino de acción de gracias "Te Deum laudamus". A continuación, los presentes realizan la súplica filial por la patria; y el cardenal Aramburu imparte la bendición de cierre. Por último, y precediendo la salida de las autoridades de la nave principal, Aramburu se acerca al presidente Alfonsín, con quien efectúa la caminata protocolar hacia el atrio de la Catedral.