“Buenos Aires en relieve”, la primera película argentina en 3D, 1954

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Buenos Aires en relieve

Cuenta la historia que cuando en el año 1895 los hermanos Lumière proyectaron “La llegada de un tren a la estación de La Ciotat”, los espectadores tuvieron por primera vez la sensación de tridimensionalidad cinematográfica al sentir que la locomotora saldría de la pantalla e impactaría contra la platea. Si bien recién en los inicios del siglo XXI el cine y la televisión 3D cobraron resonancia en el mercado mundial, a fines del siglo XIX y principios del XX ya existían técnicos que experimentaban con la estereoscopía fotográfica y cinematográfica. Según distintos criterios, las investigaciones se orientaron tanto hacia la búsqueda de una mayor “sensación de realidad”, como hacia el perfeccionamiento de un virtuosismo técnico al servicio de la espectacularidad. En lo que respecta al largometraje, dicha tecnología llegó antes que el sonido óptico ya que en 1922 se estrenó la primera película 3D llamada “The power of love” (Nat Deverich & Harry Fairall). Con más o menos repercusión, con el transcurrir de los años siguieron apareciendo otros ejemplares en tridimensión: films de propaganda nazi, mega producciones de Hollywood, y hasta una nueva versión de “La llegada del tren…” filmada por el mismo Lumière.

La Argentina no estuvo al margen de estas exploraciones e innovaciones tecnológicas. En el marco del Primer Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y con la presencia del presidente Juan Domingo Perón, el 10 de marzo de 1954 se estrenó “Buenos Aires en relieve”, un mediometraje presentado como “La primera película argentina tridimensional. Totalmente realizada por técnicos y sistemas netamente argentinos”. Tanto en la ciudad balnearia como en su posterior estreno en Buenos Aires, el film compartió programa con “Museo de cera” de André de Toth.

“Buenos Aires en relieve” es dirigida por Don Napy, y Jorge A. Duclout es el director técnico de relieve y fotografía en color. Hijos del ingeniero Jorge Duclout (quien tuvo la iniciativa de traer a Albert Einstein al país), los hermanos Duclout tuvieron una ecléctica carrera que comprende la mecánica, la radiofonía, la cinematografía y hasta sesiones espiritistas de las cuales nació “Origen, estructura y destino de los platos voladores”, el primer “libro ovni” nacional. Además, el film es auspiciado por la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación a cargo de Raúl Apold, quien tuvo un rol central tanto la elaboración de films institucionales peronistas como en la regulación del sistema de producción y exhibición cinematográfica.

En la edición del 17 de marzo de 1954, la revista “Mundo Radial” destaca que al salir de la avant premiere Perón aseguró que la película es “el film documental que más le había impresionado de todos los que había visto de cualquier origen”. Producto de “un esfuerzo industrial argentino en el 2º Plan Quinquenal”, el mediometraje propone un recorrido por la ciudad de Buenos Aires -presentada como la “capital de una nación justa, libre y soberana”-, y hace especial hincapié en el desarrollo urbanístico garantizado por la fuerte presencia del Estado peronista. De esta manera, bajo la locución de Jaime Font Saravia, el film recorre algunos hitos de la ciudad como la Avenida 9 de Julio, Santa Fe y Corrientes, la Plaza de Mayo, el Obelisco, los bosques de Palermo y el barrio de La Boca (así como también Tigre y Ezeiza, trascendiendo los límites porteños), atravesados por la obra pública y social del peronismo: las instalaciones deportivas, los monoblock y barrios obreros, la Ciudad Infantil, la Fundación Eva Perón y los avances en materia de transporte, entre otros. Además, la película cuenta con la presencia de Juan Manuel Fangio en el autódromo “17 de Octubre”, Benito Quinquela Martín en la “pintoresca” La Boca, y del mismo Perón manejando un Justicialista en la residencia presidencial.

La versión presente en este registro posee algunas imperfecciones como un corte y rebobinado. En el marco del Programa de Recuperación del Patrimonio Audiovisual, el INCAA TV restauró el film y en el año 2015 lo re-estrenó en algunas salas del país. Los técnicos del siglo XXI tuvieron que desplegar su imaginación para aplicar un nuevo criterio de relieve ya que el proceso de puesta en valor también incluyó el pasaje de 2D a 3D. Aunque la versión de este registro carezca de tridimensionalidad, nosotros también podemos hacer el ejercicio de imaginar el film en relieve. El primer plano capta de manera frontal el momento previo del despegue de un avión de Aerolíneas Argentinas. Casi al modo Lumière, el vehículo está a punto de trascender la pantalla cuando la voz over de la locución nos invita a sobrevolar Buenos Aires. El plano inmediatamente posterior pertenece a una toma subjetiva que desde el avión nos introduce en la majestuosidad de la ciudad. Esta operación se va a repetir a lo largo de todo el film con la alternancia de planos centrífugos que trascienden la pantalla y se lanzan hacía el público (la mayoría de las veces con figuras móviles como medios de transporte o animales del zoológico) y planos centrípetos que plantean una sensación de profundidad (planos fijos o breves panorámicas que funcionan casi como postales turísticas). Además, la locución es profundamente metatextual ya que refiere explícitamente al 3D mediante chistes que alertan sobre las espinas que sobresalen de las rosas, el agua que salpica por el paso de una lancha y los zapatos revoleados por tres chicas que interpelan al espectador de manera directa.

El Festival marplatense de 1954 inauguró en la Argentina dos novedades técnicas: el cine 3D y el cinemascope. Mientras las crónicas de la época advierten que en Estados Unidos la implementación de este tipo de recursos representaba un intento desesperado por revitalizar un mercado estancado, en Argentina el desarrollo tecnológico fue celebrado como una demostración del poderío de la técnica nacional y de su integración con el mundo. En los números de diciembre de 1953, enero-febrero y marzo de 1954 de la revista “Gente de Cine”, Víctor Iturralde Rúa hace un recorrido por la historia del 3D y augura un exitoso porvenir para un recurso expresivo que considera aún en una instancia primitiva. Por su parte, en “42 Vistas cinematográficas” (editada por la revista “Proyecciones” a propósito del Festival), Julio Ingenieros confía en que el 3D le imprimirá al cine un mayor realismo, aunque considera que todavía se encuentra al servicio de efectos sensacionalistas. Todas estas consideraciones sobre los encuentros entre el desarrollo técnico, expresivo y estético de alguna manera parecen estar sintetizadas en “Buenos Aires en relieve”. La forma expresiva del recurso 3D va en consonancia con la forma de un contenido que da cuenta del desarrollo de un país, ya que la trascendencia de los objetos en la pantalla pareciera seguirle el pulso a una ciudad que despegaba, y la fuerza centrípeta de los planos posee el mismo arrastre que la dinámica de un Estado que incluía.

 

Elina Adduci Spina, 2015