Galtieri en la Plaza de Mayo: «si quieren venir, que vengan», 1982

Video

[Cadena nacional: discurso de Galtieri en Plaza de Mayo]

La Plaza de Mayo, lugar central de la vida pública argentina, se colmó de multitudes innumerables veces a lo largo de la historia, incluso desde antes de llevar ese nombre; así, por ejemplo, en 1806, cuando fue escenario del momento final de la desordenada batalla que expulsó a la que pronto sería recordada como la primera invasión inglesa; o cuatro años después, el 25 de mayo con la Revolución.

Nada nuevo se dice al reconocer que esas asambleas masivas que en ella se dieron cita nunca fueron iguales entre sí. Sin embargo, es posible reconocer similitudes, parentescos, ya sea por las identidades políticas, por las clases sociales movilizadas o por los motivos que ocasionaban la concentración. La masiva movilización sobre la Plaza de Mayo del 10 de abril de 1982, capturada en este video que destacamos, es una de las más singulares que se haya producido entre nosotros, al punto de que se vuelve difícil colocarla en alguna serie.

Por empezar, fue convocada por una radio, por Radio Rivadavia, una de las principales emisoras de ese entonces. Aunque es difícil imaginar que la dictadura, que en ese momento encabezaba el general Leopoldo Fortunato Galtieri, no haya ejercido influencia para que ocurriera, lo cierto es que se mostró a sí misma como una iniciativa autónoma de la sociedad. La investigadora Rosana Guber, en su libro “¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda”, señala que también ATC jugó un rol importante en la convocatoria.

Como se sabe, el 2 de abril tropas argentinas habían puesto nuevamente bajo la soberanía nacional a las Islas Malvinas, iniciando lo que por un momento se creyó sería su recuperación definitiva; esto y no otra cosa es lo que cree la mayor parte de la multitud reunida ocho días después en la Plaza de Mayo. En ese marco, la ocasión elegida para este nuevo “cabildo abierto” –así lo denomina Galtieri- no era menos especial. Mientras buques y submarinos ingleses se acercaban velozmente a la zona del conflicto, la diplomacia argentina confiaba en la posibilidad de que EE.UU. tomara una posición sino favorable a lo actuado por la Argentina, al menos disuasoria, por su posición mediadora, del ataque británico en puerta. Por tal motivo, la llegada del Secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, fue esperada con gran expectativa.

Haig venía de Londres y al día siguiente de su arribo, mientras se reúne en la Casa de Gobierno con los representantes del gobierno dictatorial, ocurre la masiva movilización que vemos en este video. Es decir, la convocatoria preveía que las consignas, los cantitos, el himno y la marcha de San Lorenzo que según la crónicas se entonan varias veces; en fin, que el entusiasmo general fuera apreciado por el Secretario de Estado y lo convenciera de que la política de recuperación de las islas no era un capricho de un dictador latinoamericano sino un sentir unánime. Aunque las paredes de la Casa de Gobierno sean gruesas, aunque se cerraran ventanas y postigos, seguro que Haig escuchó lo que ocurría allí afuera.

Grupos de gente habían empezado a llegar a la plaza en las últimas horas del viernes 9. Desde el amanecer llegan más y más manifestantes. Hacia el mediodía, aún reunidos los dos gobiernos, se estima que 100.000 personas esperan el resultado de esas tratativas. Galtieri sólo sale al balcón (07:45) poco después de que concluya la reunión y de que Haig se retire en un helicóptero. Al iniciarse este registro, en la única toma que no es del acto en sí, se lo ve salir de la Casa de Gobierno al canciller Nicanor Costa Méndez, uno de los protagonistas de las negociaciones (01:39). Es aproximadamente la 1 y cuarto. Que Galtieri comience sus palabras con la expresión “el pueblo quiere saber de qué se trata” (09:31), que a la vez liga al presente con mayo de 1810, remite a la ansiedad por conocer el resultado de las mismas.

Si bien es cierto que algunos generales que ocuparon la presidencia de la nación después de golpes de Estado –tal el caso de Lonardi, por ejemplo, en septiembre de 1955- lograron reunir multitudes en la Plaza de Mayo, esto ocurría ni bien empezaban esas gestiones de gobierno. La que vemos en este registro aquí también encuentra un motivo para distinguirse. Porque si bien Galtieri había asumido en diciembre último, arrastraba con seis años de un gobierno que se identificaba como un bloque –el proclamado Proceso de Reorganización Nacional- y que a esa altura se veía emplazado por una oposición creciente. De hecho, el 30 de marzo, apenas 11 días antes, una movilización de la CGT que reclamaba “Pan, paz y trabajo” y se suponía sería la más contundente en contra de la dictadura, había intentado llegar hasta la Plaza de Mayo, impedida de hacerlo por la represión. Sin embargo, en este registro que destacamos la cámara se detiene varios segundos en una bandera celesta y blanca, muy simple en su confección, que lleva las siglas de la central de los trabajadores (07:20).

No hay misterio aquí, todo esto –y más- fue producto de lo que se suele llamar como la “causa Malvinas” o, para decirlo de otra manera, de lo enraizado que está en nuestra identidad nacional la justicia de ese reclamo. No por nada la dictadura lo avivó, creyendo que así lograría sobrevivir largamente a una crisis que empezaba a horadarla, tanto por sus conflictos internos como por la pérdida del consenso del que, aunque sobre todo pasivo, había gozado.

A contramano de quienes se inclinan a ver una coincidencia sin fisuras en el apoyo masivo que se prestó a la decisión de la dictadura de recuperar por la fuerza las Malvinas, este registro da muestras de una situación mucho más compleja en la que esos desacuerdos que se querían apaciguar se manifiestan. El discurso de Galtieri es básico en argumentos, de una y de otra manera afirma que hay voluntad de paz pero que no dudará en usar la fuerza (15:50: “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”). A los planos sobre Galtieri le siguen otros de la multitud –no hay un solo plano que se focalice en un manifestante-, pero a través de sus voces se evidencian las diferencias.

El archivo abre sin audio y no se trata de un error sino de una decisión de borrar lo que se cantaba en la plaza minutos antes de que se iniciara la transmisión. Cuando se empieza a escuchar (01:06), se puede distinguir una estrofa de la marcha peronista y, aunque el canto es sólo de una parcialidad, el audio se interrumpe nuevamente (02:19). Además del grito de “Argentina”, la consigna más coreada durante el discurso de Galtieri es “el pueblo unido jamás será vencido” (08:32, 18:45 y 24:12), que había nacido en los primeros años setenta, más específicamente en Chile, como marcha de la Unidad Popular, el frente político que llevó al socialista Salvador Allende a la presidencia. El Partido Comunista y otros grupos de izquierda la hacen propia en la Argentina. La crónica de Clarín en su edición del 11 de abril señala que incluso se gritó “se va a acabar la dictadura militar”, cosa que nuestro registro no capturó. Sí es ostensible que cuando Galtieri se refiere a sí mismo como presidente, una parte de la convocatoria chifla en señal de rechazo (11:10 y 17:53). Aunque si de chiflatinas se trata las más estruendosas son para “los representantes del gobierno de  EEUU” (12:15) –y eso a pesar de las pancartas que agradecían lo que entenderían sería su ayuda- y para “el gobierno de Gran Bretaña, la señora Thatcher” (13:38). A la vez, el cantito futbolero “lo vamo a reventar” da cuenta del empobrecimiento del lenguaje político después de esos años en los que la vida pública se redujo a su mínima expresión.

Pero probablemente la enorme irresponsabilidad y también la desesperación, dado su creciente aislamiento, que llevó a la dictadura a esta guerra, se haga evidente en la gestualidad de Galtieri. Antes de tomar la palabra, saluda con los brazos levantados, mostrando las palmas de la mano; pero cuando con un solo brazo en alto, cierra una mano en forma de puño, se escucha que un militar que está detrás suyo le dice en advertencia “¡con el puño cerrado no, eh!” (08:58). Hacia el final, el saludo se aproxima mucho al clásico de Perón, cosa que se refuerza porque los dedos de Galtieri se ponen en v (22:20). Como si la estructura ideológica de la dictadura se hubiera desquiciado.

 

Javier Trímboli, 2016