Monzón en comunicación con Lanusse, tras la pelea con Griffith, 1971

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[Monzón en comunicación con Lanusse]

El sábado 25 de septiembre de 1971 Carlos Monzón defiende por segunda vez la corona de los pesos medianos, al enfrentar al boxeador norteamericano Emile Griffith. Según las crónicas del día siguiente, Griffith se mostró en el cuadrilátero como un artista del box, pero Monzón fue demoledor, “una despiadada máquina trituradora”. El árbitro interrumpió el match poco antes de que concluyera el round 14 y decretó el knock out técnico en favor del boxeador nacido en San Javier, provincia de Santa Fe.

Hasta un día antes la pelea iba a ser transmitida en directo sólo al interior del país. El presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse la vería desde la residencia de Olivos por circuito cerrado de televisión. El viernes 24 por la mañana, cuando ya no hay entrenamiento que comprometa a los púgiles, Lanusse recibe en la casa de gobierno a Monzón y a Griffith. Los diarios señalan que el encuentro fue distendido, incluso con varios momentos de risas. Por ejemplo, cuando el primer magistrado le pidió al promotor de la pelea, Juan Carlos “Tito” Lectoure, que de manera excepcional la mismo sea transmitido también para la ciudad de Buenos Aires, por entonces Capital Federal, y para el gran Buenos Aires. Agrega el presidente de facto: “no se lo exigimos, pero le estoy apuntando con una pistola…”. Los diarios subrayan que la broma fue por todos festejada, también que fue resultado exclusivo de la gestión de Lanusse que todo el país tenga la posibilidad de ver en directo, desde las 18.25 hs, la pelea. Por canal 7 y por canal 13.

Minutos después de que el enfrentamiento concluyera –a partir de las 20.30hs- se suceden las imágenes capturadas en este registro. Desde el gimnasio del Luna Park, acompañado por su entrenador Amílcar Brusa y por Lectoure, Monzón es puesto en comunicación con Lanusse que se encuentra en Olivos. José María Muñoz está con el boxeador; Juan Carlos Pérez Loizeau con el dictador; se transmite por cadena nacional. Como se puede apreciar, este registro ha llegado hasta nosotros percudido; con imágenes que se funden en negro, otras con “fantasmas” y latencias en la luz; con distorsiones y pérdidas de audio.

Lanusse es el último representante del proceso político que nació del golpe de Estado contra Arturo Umberto Illia en junio de 1966, la llamada Revolución Argentina que tuvo al general Juan Carlos Onganía como a su principal protagonista. Asume la presidencia en marzo de 1971, es decir, seis meses antes de que ocurra “esta entrevista tan democrática” en palabras de Muñoz. Si el severo momento dictatorial encabezado por Onganía se había empezado a debilitar con el estallido del Cordobazo, el general Roberto Marcelo Levingston, quién lo sucedió y, a la vez, antecedió a Lanusse, fue removido de la presidencia bajo el efecto del llamado Viborazo, un nuevo levantamiento popular también ocurrido en la provincia de Córdoba.

Aunque Lanusse pertenece a la tradición liberal del ejército y de la política argentina –tradición que agita seguido la acusación de populismo-, a través de este diálogo con Monzón busca definir una imagen de sí mismo que lo aleje de la figura del dictador aislado en su autoritarismo. Por eso también la importancia de la puesta en escena que la cámara recorre una y otra vez y lo ubica rodeado por su extensa familia. Lanusse se conmueve por el esfuerzo de un hombre de humilde origen, de un boxeador, y comparte la alegría de un pueblo entero. Ante él también parece un gran padre, un patriarca.

Desde el mes de julio su gobierno ha puesto en marcha el llamado Gran Acuerdo Nacional, iniciativa que pretende alcanzar una salida política para esa dictadura que ha fracasado, una solución decorosa que además impida el regreso al gobierno de Juan Domingo Perón. En ese contexto el presidente de facto Lanusse es dialoguista, aperturista.  A su gabinete ha sumado como ministro del Interior a Arturo Mor Roig, un político de amplia trayectoria, militante del radicalismo balbinista.

En septiembre de 1971, Lanusse todavía no había desafiado a Perón diciendo que no “le da el cuero para volver”, en expresión que por su tono incluso pretende rivalizar con quien estaba obligado al exilio desde el golpe de 1955. Pero no es poco lo que en este registro expresa la decisión competir contra Perón en esa misma cancha.

Monzón dedica su triunfo a los argentinos y al presidente. Agradece sobre todo a Lectoure. Casi no mira a la cámara al hablar y habla rápido. Todo trasluce respeto. Lanusse tiene largas intervenciones. Compara la pelea de Monzón con la que él está librando. Pero, agrega, Monzón estaba sólo en el ring (7:35), recibiendo los golpes, y él en cambio se siente acompañado por todos los argentinos. Cierto sin dudas lo primero, una expresión de deseos sin asidero lo otro. Un intento de beber de la popularidad de Monzón sin haber soportado los golpes en el ring.

Cuando la cadena nacional ha concluido, sin intervención de Monzón y con el pie que le da Perez Loizeau, Lanusse recuerda que su familia está estrechamente ligada a la práctica del rugby, también al remo (14:10). El esfuerzo por acercarse a la vida sufrida de un hijo sufrido del pueblo no puede evitar que las marcas de clases afloren sin interrupción y ponga a cada uno en su lugar.

La vida política y social argentina no da respiro. El martes siguiente a la pelea hay huelga docente en todo el país. El miércoles la CGT confirma una huelga general que el gobierno declara ilegal. La movilización de multitudes por sus derechos y por la vuelta de Perón está en alza.

 

Javier Trímboli, 2015