Videla, a dos meses del golpe, sobre el 25 de mayo de 1973, 1976

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[Cadena nacional: Jorge Rafael Videla conmemora el 25 de Mayo] (incompleto)

Casi no ha habido en nuestra historia un 25 de mayo en el que no se escucharan las palabras de quienes, al momento de esa celebración, estaban al frente del gobierno nacional. El día del nacimiento de la patria, como se suele decir, o el de la revolución de Mayo, es una fecha contundente de nuestra identidad argentina que, aunque con matices importantes en su interpretación, es fuente de legitimidad de la que los gobiernos más opuestos han bebido y seguirán bebiendo. En el año 1976, el 25 de mayo no pasó desapercibido pero sufrió un pequeño desplazamiento. El tedeum -tradición que se le adhirió- fue efectivamente ese día pero el mensaje del teniente general Jorge Rafael Videla se escuchó un día antes, el 24. A las 9 de la noche –aunque había sido grabado a las 4 de la tarde- y por cadena nacional, entonces por los cuatro canales de aire existentes y por Radio Nacional. Lo escucharon y también lo vieron miles y miles de familias, miles y miles de argentinos más o menos consternados, más o menos desesperados. La modificación, leve pero sensible, obedeció a que se quiso ligar el origen de la Argentina con el de un momento político que buscaba ser entendido también como enteramente nuevo y que se había establecido precisamente dos meses atrás, el 24 de marzo. Nada importó la alteración en el calendario de la semana de mayo, con su vía crucis profano y de no tanta intensidad, todo en pos del sentido que se pretendía abrir con la coincidencia. Darle lustre a esta nueva fecha, enaltecerla, aunque se dijera que tan sólo se quería hacer un balance de lo recién iniciado.

Este registro recupera esa cadena nacional apenas con algunos inconvenientes que afectaron al soporte original en el que quedó grabado y sin los segundos finales de cierre. Los primeros diez minutos ofrecen el diagnóstico de lo que, al entender de Videla y de las FFAA, era la situación de la Argentina antes del golpe de Estado último que protagonizaron. Caos, desorden, ineptitud, frustración, corrupción. La “subversión” es nombrada sólo un par de veces, quizás porque sencillamente se la postula como el enemigo que se encuentra absolutamente por fuera de la comunidad, aunque su expansión fue producto de todos esos males. De todas maneras, como lo señala con inteligencia y también con expectativa el editorial del diario La Nación del miércoles 26 de mayo, es la demagogia el mal más subrayado y atacado. Por momentos, como con tantas otras palabras, no se sabe del todo de qué se está hablando, pero sin dudas hay una acusación a la clase política, en especial al peronismo. “El engaño había sustituido a la verdad. El mito se había impuesto sobre la razón. El oportunismo demagógico perturbaba y confundía a todos los sectores” (2:50). A veces se entiende mejor: “Una legislación demagógica afectó la disciplina del trabajo, favoreció el sabotaje a la producción”. (6:40)

La segunda parte de este discurso presidencial, que es también el discurso de un dictador, anuncia las líneas políticas e incluso espirituales que las FFAA están buscando denodadamente plasmar una vez que, ante la amenaza de la “desarticulación de la República”, se decidieron asumir la responsabilidad plena del gobierno. Y declaran sus aspiraciones. “Se quiere alcanzar, por el contrario, un gran país de hombres libres, con pleno sentido de la soberanía y honor republicano, capaces de hacer realidad una auténtica democracia.” No debería sorprender demasiado que se diga esto cuando sabemos que las dictaduras en la Argentina hicieron suyas, casi sin excepción, muchas de las palabras propias del acervo liberal; también cuando conocemos su preferencia por los eufemismos y las grandilocuencias.

Pero es precisamente por este motivo que este registro tiene un rasgo que lo destaca. Ocurre cuando Videla deja de leer las hojas que contienen el mensaje en cuestión y que, seguramente, fue muy consensuado con los otros integrantes de la Junta Militar. Se saca los anteojos y avisa que va a ofrecer, porque de otra manera no quedaría satisfecho, su “apreciación personal” sobre la situación argentina. El fragmento de este registro reúne este pasaje. La cámara que hasta ese momento se acercaba y se alejaba, siempre con ritmo pausado, de su figura sentada detrás de un escritorio, se aquieta. Y el encuadre se aprieta. De lo primero que habla en esta última parte del discurso es del 25 de mayo de 1973. Si su rostro pretende alcanzar mayor confianza al librarse de la mediación y la formalidad de los anteojos, hay ira en el tono de voz que hace esfuerzos por contenerse. Usa la palabra “turba” para referirse a quienes impidieron el desfile militar ese día en que asumió la presidencia Héctor J. Campora, a quien desde ya no lo menciona; se refiere a la “puertas de las cárceles” que se abrieron para la delincuencia. Hay precisión y también distorsión en este recuerdo, que es la propia de su posición política e ideológica. En este sentido, también hay ausencia de cualquier indicio de la historia previa a ese momento político. Si hay peligro y amenaza, la situación entera pasa a ser otra “a partir de mediados de 1974, más precisamente de la muerte del ex presidente Perón”, cuando “el proceso iniciado el 25 de mayo de 1973 entró en un franco plano inclinado de deterioro, deterioro que hizo crisis a fines de 1975” (35:05)

En los diarios que recogen al día siguiente las palabras de Videla –disertación se llega a decir- también se informa que fue hallado en Buenos Aires el cuerpo sin vida del ex senador uruguayo Zelmar Michelini, hecho que tuvo fuerte repercusión en su país. Menos de una semana atrás había tenido lugar en la Casa de Gobierno un almuerzo en el que Videla recibió a Borges, Ernesto Sábato y al Padre Castellani. Según el diario La Opinión era parte de los encuentros pluralistas que ya se habían empezado a hacer -siempre los miércoles- con científicos y diplomáticos. Pero también La Opinión recoge que el Padre Castellani muestra su preocupación por “Haroldo Conti, un cristiano que fue secuestrado hace dos semanas y del que no sabemos nada”.

El 24 de mayo de 1976 fueron detenidos para desaparecer Gustavo Adolfo Correa, Diego Ferreyra Beltran, Silvia Peralta, Eduardo Horacio García, César Hugo Loker, Carmen Rosa Vilte, José Silvano Morales, Esteban Rosef. Todos con algún grado de militancia política, social y también religiosa. García tenía 16 años. En la Capital Federal, en Tucumán, en Córdoba. La lista es incompleta.

 

Javier Trímboli, 2016