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[Homilía de monseñor Bonamín en el Tedeum del 25 de mayo de 1975]

Homilía ofrecida en la Catedral Metropolitana por el provicario castrense, monseñor Victorio Bonamín, durante el tradicional Tedeum conmemorativo de la Revolución de Mayo de 1810, y ante la presidencia de la presidenta María Estela Martínez de Perón. Bonamín define a la Nación como una unidad en la disensión, una argentinidad vivida en común, única como la existencia de uno solo díos compartido por el padre, el hijo y el espíritu santo; el clero, los civiles y los militares; el evangelio, la ley civil y la espada. Por lo tanto, el provicario subraya que unir es divinizar y realizar a dios en la sociedad, y desunir es desgarrar a dios, “entrar en sus entrañas como para despedazarlo”. Por esto, y luego de comentar su dolor por Tucumán donde "los pigmeos reptan por los montes buscando madrigueras", Bonamín llama a amar a la patria “con locura” y a defenderla, si fuera necesario, “con la espada”.